lunes, 1 de agosto de 2011

Desde el silencio.


Es en el silencio, en el estado de no-mente donde se halla la claridad de la armonía de la existencia. Es el silencio la piedra angular de la existencia, así como el silencio antes de ser murmullo, susurro, palabra en la elaboración del pensamiento es sólo un eco de lo infinito.
Somos infinitos cuando somos silencio. En el estado de no-mente sólo somos; nos mostramos como cuando estábamos en el vientre materno, sólo en ese estado podemos tener contacto directo con nosotros mismos. Haciendo y siendo silencio nos damos cuenta que todos los fenómenos que aprehendemos con los sentidos son sólo una ilusión para nuestro estado más puro el SER trascendente e infinito. Aquí no hay tiempo, somos eternidad. Dejamos de aprehender sensitivamente y somos uno, sólo uno. Nuestra disgregación de existentes arrojados al mundo se unifica, se armoniza con el universo. Se vive en una alegría en el gozo de la danza con la existencia, que no está disuelta como la vivimos de cotidiano, ella es una. Y este ser una se debe a que la existencia sólo es, y siendo se vive en silencio. Ella, (la existencia) fluye con lo que hay. Los árboles, los ríos, las aves, las rocas, sólo son. Viven y danzan en su existencia disfrutando al máximo su ser silencio estando en donde tienen que estar, sin prisas por dar fruto, por volar, por entonar su canto, sólo está la existencia.
La existencia necesita del silencio para mostrar la riqueza de la armonía universal, para dar a conocer la grandeza de lo Uno, de lo Eterno, de lo atemporal, de Dios. Somos silencio encarnado, sólo basta que encarnemos el silencio desde nuestra existencia.
La unificación con nosotros mismos no está en las grandes escuelas de espiritualidad, éstas sólo nos dan el método, la posibilidad de saber que podemos llegar a nuestro estado natural. Ir al silencio es una necesidad primaria como es comer, dormir, asearnos, etc., es la más primaria de las necesidad pues ahí podemos encontrar el sentido a nuestro estar en el mundo.
Así como el universo nos da la armonía de la música, también nos da el sonido del silencio para que seamos presencia en nosotros mismos.

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