viernes, 11 de septiembre de 2009

Catarsis...


Espero que al leer esto no hiera tus sentimientos, estas líneas son sólo una catarsis que les dedico a aquellas personas que viven lastimando a personas que tienen un credo distinto al suyo.
Cada uno es libre de andar el camino que queramos, para eso Dios, la Divinidad, Iahvé, Jehová, Alá, Olodumare, el Perfecto Equilibrio o como le queramos decir nos ha dado el libre albedrío; cada persona puede tomar sus propias decisiones sin dañar a terceros, ya sea de pensamiento, de palabra o de obra. Es muy natural que busquemos siempre el bien mayor para nuestra realización personal, estar estando con nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu en donde hagamos sólido nuestro estado de trascendencia y evolución, en palabras de los místicos de todos los credos “llegar a la unión transformante”.
La unión transformante, no sólo es el proceso por el cual pasan las personas que están dentro de la vía espiritual, y a eso estamos llamados todos, sino que es el camino de la humanización. Basta con que revisemos a Buda, a Jesús, a Orula, etc., y descubramos cómo ellos siendo humanos se humanaron, participando de la gracia del Amor. Ese Amor que engendra vida, ese amor que llamamos Dios, es quien ha movido y seguirá moviendo al mundo, dejando ver su acción en cada cultura, en cada credo, en cada religión en cada hombre y mujer que están en la senda espiritual. Somos tan ignorantes y algunas veces fundamentalistas, que se nos olvida que el Espíritu sopla donde quiere, y como quiere para dar a conocer la esencia de la bondad de la Divinidad. Dentro de nuestra ignorancia somos capaces de destruir a otras personas que tienen prácticas distintas a las mías, las llamamos satánicas o que tienen al diablo dentro, eso me causa risa, ya que, la ignorancia es la madre de los males que aquejan a la sociedad. Por ignorancia se han destruido civilizaciones enteras, se ha derramado sangre y todo por imponer los criterios humanos. “Lo mío es mejor que lo tuyo” “Yo tengo la verdad absoluta”.
Nos volvemos tan legalistas que se nos olvida el rostro de ese Jesús humanado, que siendo Dios se sentó a la mesa con los publicanos y los fariseos; ese Jesús que no condenó a la prostituta, a ese Jesús que inclinó su mirada no para denigrar, ni condenar, sino para restituir la dignidad a las personas. Somos tan flacos y mediocres que no vemos nuestra viga, pero si la paja en ojo ajeno; la gracia del Amor nos transforma en personas libres y auténticas, en seres que incluyen a los demás que siendo distintos en religión, clase social, vivencia de la sexualidad, raza, lengua, si son padres o madres solteros, divorciadas, jamás comenten injuria contra nadie, dado que todos somos uno en Aquel que nos hace libres para amar. Sin embargo, me causa tanta tristeza ver cómo hay personas que se dicen estar en presencia de la Presencia y estar tocados por el Maestro Jesús y sólo son fariseos que condenan al publicano, se convierten no en auténticos discípulos sino en sepulcros blanqueados, ¿a eso llamamos una persona convertida? Sí, convertida en un manojo de mediocridad, en personas que sólo buscan librar sus culpas haciendo pedazos a los otros. Que se esconden en un traje de bondad, de honestidad, de transparencia, pero que en su corazón sólo hay una cobardía tan grande que tienen que escudarse en no dar la cara y dañar el rostro ajeno.
Por cierto, en los credos con tradición, uno de los rasgos más importantes es el no dañar al otro, porque comparte una dimensión que es sagrada, la dignidad. Los grandes maestros espirituales y aún los filósofos llaman a esto sentido de empatía o de fraternidad. Cuando decimos que estamos en un camino de conversión o en la vía espiritual, el rostro del otro me pide que me comprometa, que me haga responsable de él, no en un sentido de dependencia, sino de regresarle la dignidad, de escucha, de amor; quienes estamos dentro del mundo espiritual en cualquier denominación ¿Somos capaces de responsabilizarnos de los otros? ¿Somos capaces de no proferir palabras lastimeras en contra de aquel o aquella que tiene otra visión de la vida, que tiene otra cosmovisión? ¿Somos capaces de enviar amor y bendiciones a todo aquel que me ha lastimado? ¿Hasta que punto puede llegar nuestra laxitud frente al rostro del otro? Los grandes maestros se plantearon esto, y con la sabiduría que proviene del que es Tremendo y Fascinante decidieron entregarse a todos, sin importarles su origen, su condición, importándoles sólo la persona, su mirada sedienta y su camino que ansía la búsqueda de la unión con los demás y con el que es Amor.
Entendamos que vías hay muchas, que no podemos reducir el Amor a un sólo camino. ¡Qué tonto sería aquel que dijera que el universo está compuesto sólo por las estrellas que miran sus ojos! Cada persona tiene la posibilidad de vivir dentro del credo que decida, o no vivir apegado a ninguno, sólo recordemos que el Amor es lo que nos mueve. ¿Cómo amo? ¿Qué tan amigo soy de mis amigos? ¿Sé ser realmente amigo? ¿Cómo estoy haciendo mi existencia? ¿Qué me ata para no ser libre? ¿Por qué profiero palabras lastimeras en lugar de miradas cálidas? ¿Por qué ayer te decía te quiero y hoy te condeno? Estamos en un estado de letargo que sólo causa dolor, pérdida, naufragio. Tratemos de responder una de estas preguntas para que nuestro mundo color de rosa se haga mil pedazos, y entremos al estado de conciencia de los grandes maestros.
No convirtamos la religión, el credo, en algo que dañe y cause laceraciones en los demás y en nosotros, no ofendamos a los demás porque realizan oraciones a sus divinidades. Tal vez haya quien diga que eso es idolatría, que fulano, mengana, está yendo en contra de lo que dice tal o cual religión; el mayor idolatrismo es el que hacemos con nuestras personas, el ponernos siempre como los mejores, los únicos, como los puros y los santos, como los que ya están convertidos; el tener imágenes es sólo la manera de expresar la cercanía que se tiene con el Amor, de ése Dios que se ha revelado como ha querido. Cada uno expresa su amor, su devoción, su piedad como le viene en gana, siempre y cuando no lastime a los otros. Si Andrés le reza Shiva que dentro de su oración se acuerde de sus amigos, si Clodomiro hace una ofrenda a Isis que recuerde al que tiene necesidad, si Josué va a la mezquita que haga una oración por la paz mundial, si Gabriel hace un ebó a Elegguá que se acuerde de aquellos que no tienen trabajo, si Petra ora en la iglesia al Señor Jesús que pida la humanización del mundo. Caminemos por la senda de la humildad, eso es lo que nos conduce a la unidad; pidamos ser humildes para poder ver luz en la mirada triste. Dice San Pablo “procuren tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús”, es el reto, sentimientos de unidad, de diálogo, de servicio, de testimonio, de libertad, de autenticidad. ¿Quién de nosotros lo acepta sin importar que él sea un Judío y no un cristiano evangélico, pentecostal, católico? Vamos, quién acepta este camino que propone el Maestro Jesús, un camino seguro, que pocos viven, porque realmente es un camino de trascendencia en la unidad. Lo mismo menciona Buda, IFA, el Talmut, el Zen, quién se anima a ser auténtico dentro de lo que cree.
Estar y ser en la vida es ser coherentes en nuestro pensamiento, en nuestra palabra y en nuestra acción, esto nos hace auténticos seguidores del credo que profesemos, ya que siendo coherentes sabremos que Dios Padre-Madre nos ama por igual y quiere lo que nosotros queramos para ser felices y testimoniar el amor que se nos da cada día de nuestra existencia.
No lastimes a los otros por sus creencias, hay quienes pueden darte una orientación desde su experiencia personal. Cada uno de nosotros podemos nutrir nuestra vida compartiendo la vida con alguien que tenga una cosmovisión distinta. No tratemos de “convertir” al otro, si no nos hemos convertido nosotros. Y aun convertidos, ama y respeta al otro, él sabe el para qué profesa lo que profesa. Sólo recodemos que cada uno es una vía por la cual se comunica el Amor que viene del que es Tremendo y Fascinante. Dejemos que la gracia del Amor se comunique por la vía que más desee, no le pongamos límites a eso que es ilimitado, infinito, Tremendo y Fascinante.
Luz y Bendiciones.

Con respeto a cada uno de ustedes, esperando que en su oración me recuerden.
Francisco
Bendice, Ama
y Agradece

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